¡¡Soy madre!! Lo que significa que… ¡¡tengo un hijo!! No he caído hasta ahora…
Justo después de dar a luz (¡¿por qué esta expresión me parece tan cursi, con lo cochino que es el tema!?), te montas en un simulador. Si, de esos en los que te has subido en las fiestas de tu pueblo para probar nuevas experiencias… Pero del que te desmontas y vuelves a tu vida real. Pero tras parir (¡así, como las vacas!) no te bajas. No, no, no. A ti te da la sensación que si, pero no. No. No. No. Tu vida se convierte en un instante, en esa nueva experiencia que querías.
Cuando te despiertas, o te despiertan; da igual, el orden de los factores no altera el producto: no duermes. Te montas en el simulador y ahí pasas el día. Y te parece que estás viviendo otra vida, no la tuya. Otra en la que la mujer no duerme, le cae el pelo, le sangran las chuhis, llora por las esquinas, sola. Una mujer que cae agotada todas las noches, que no conoce otra vida más que su casa y su hijo. Que ya no se depila. Que se monta en una rueda como los hámsters todas las mañanas y gira, y gira, y gira…
Hasta hace no mucho, había noches en las que entraba en la habitación y me sobresaltaba diciendo: “¡Jod*r!, ¿!Qué hace aquí este niño!? Ah, no, coñ*, que es mío…”. Que la gente me preguntaba: “¿Mela, es tu hijo?” y yo pensaba: “¿Quién?”.
Y es que he llegado a la conclusión de que si yo soy madre, el gran hombre es padre. Es decir, que somos papá y mamá. Y por poco me hago pis encima. Que significa que estamos unidos para siempre. Forever and ever. Como en las pelis de Disney. Y por poco se me escapa más pis… (¡¡bendito reformer pilates!!)
Y digo yo… Que no solo digo, también pienso: ¡¿Las mujeres sabemos en qué berenjenal nos metemos cuando somos/queremos ser madres!?. Porque ahí está el Ser madre duele, Como la maternidad casi acaba conmigo o la gran Posverdad” Porque… vaya tela. La Posverdad dura toooooda una vida.
Tu vida ya no es tuya, es de otra persona. Que no te confundan sus gestitos, ni ruiditos con los que parece que dice “mamá” claramente, ni besitos. ¡Te está manipulando! Porque tu crees que haces lo que quieres, pero no. Haces lo que quiere el. El sábado (día beauty por excelencia) crees que planificas el día para quitar pelitos de aquí, de allá, ponerte mascarilla, lavarte ese pospelazo… Y al final terminas llena de papilla de fruta hasta el unicornio y, si, con muchos besitos, pero llena de pelillos como un melocotón.
Y si yo soy mamá, tu también eres papá. Lo tuyo es mío y lo mío… ¡Lo mío ni es mío, ni es de nadie! Porque yo ya no soy mía.
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.
Pero cómo te quiero no es una simulación. Ni las caricias, ni los besos. Es verdad. ¡¡Hasta el infinito y más allá!!