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Carta a mi hijo. Varón. Macho. Hombre.

La maternidad es una responsabilidad muy grande como para tomársela a la torera. Porque tienes en tus manos la posibilidad de educar a una personita y sólo tienes una oportunidad para hacerlo bien… o hacerlo mal.

Carta a mi hijo. Varón. Macho. Hombre. Pequeñito si, pero hombre al fin y al cabo.

Amoriño mío.

El mundo se nos va de las manos. Las etiquetas valen más que las personas y, no se si es que antes no pasaba o no nos enterábamos, pero los hombres están matando a las mujeres. De forma gratuita. De forma pública. Sin pudor. Sin miedo. Nos matan porque dicen y, lo peor, creen que somos de su propiedad. Que si no somos suyas no somos de nadie.

Los hombres están matando a las mujeres. Nos agreden. Abusan sexualmente de nosotras. Nos violan. Y no cuesta nada. Sale barato. La culpa es nuestra. Nos hemos desbocado, vestimos como nos da la gana. Somos independientes económica y físicamente. Somos libres. Eso no gusta. No les gusta.

Y sin embargo, me alegro de que seas hombre. Mucho. Porque como mujer tendré la oportunidad de educarte con los mismos valores con los que me han educado a mi: respeto e igualdad de mujeres y hombres.

Los hombres de mi vida me enseñaron que no hay que tener miedo. Que las mujeres somos libres física, psíquica, económica y espiritualmente. Pero por si acaso, también me enseñaron a luchar. Por suerte, nunca he tenido que hacerlo. Espero no tener que hacerlo jamás.

Estás rodeado de mujeres: dos bisabuelas, dos abuelas, cuatro tías, seis primas, yo. Te mostraré cómo cuidar de ellas, a quererlas, mimarlas. Igual que a tu primo.

Te enseñaré y explicaré que si una mujer te dice no, es no. Sea cual sea la situación y o estado físico, psíquico, psiquiátrico o espiritual de la mujer. No siempre será un no. Y si no te dice que si, también será un no. Y tu deberás respetarlo.

Que las mujeres podemos vestirnos como queramos: con minifalda, con cuello vuelto, con escote, góticas, que llevemos lo que llevemos puesto, no estamos «invitando» a nadie a sumarse a una fiesta inexistente.

Cuidarnos no te hace débil. Querernos no te convertirá en un extraño. Ama con locura. A un hombre, a una mujer, pero ama. Lo importante es que seas feliz.

Te inculcaré que si ves que un hombre no se porta bien con una de nosotras, actúes. No grabes. No te quedes mirando. No te escondas. No huyas. Defiéndenos.

Hay hombres malos ahí fuera. También mujeres, no te dejes cegar por el palabrerío. Hay hombres que matan y mujeres que mienten. El lobo es lobo y a veces, cordero.

Tomamos nuestras propias decisiones. En casa. En el trabajo. Porque somos como tu; como los hombres. Libres.

Carta a mi hijo. Varón. Macho. Hombre.

Todavía quedan hombres buenos. La humanidad aún tiene esperanza… o eso espero.

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