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Histérica Vs Mamá (¡y Papá!) primeriza.

¡Oh si, oh si, ooooooh si! Si amiga, si. Aunque no lo reconocerás en público ni en tu lecho de muerte. Aunque lo niegues mirando al cielo, al suelo o hacia la Meca. Si eres madre (o padre!) primeriza !tu también has pecado! Y es que has sido tan histérica como la que más. Y yo hoy quiero confesaaar… que soy una fistra pecadora.

Me di cuenta de que me había convertido en una mamá un poquiiiito histérica cuando abandonamos la zona de confort (hospital) y subimos al coche para venir a tierra hostil (casa).

Recorrimos los pasillos del hospital con una congoja muda, de esas que no cuentas pero que se te nota en la cara. ¿Y ahora qué?. No te das cuenta de la movida hasta que intentas subir al coche y mantener la calma… Somos de esos papás que cuando vamos los tres, uno de nosotros va detrás con el niño no vaya a ser que se nos muera por muerte súbita o se desnuque porque se le caiga el cuellito hacia un lado…

Montamos en el coche, yo iba detrás. Colocamos a Simón en el maxi-cosi. Aquí empezó el espectáculo. A los 10 minutos de comenzar la marcha me vi gritando «Para el put* coche!!!!». No terminé la quinta repetición cuando el gran hombre ya había acelerado, salido de la autopista y parado en una zona a la sombra. Simón se había escurrido un poco y pensé que se me moría… O me moría yo. No lo tengo claro. El gran hombre me miró con una cara… No volví a gritar así nunca, no delante de él al menos. Tardamos 5 días en volver a salir de casa.

O cuando tienes que hacer las curas a ese apéndice maloliente y con aspecto de culebrilla atropellada en el desierto. Si, el cordón umbilical… En el hospital te dicen: mantenerlo sequito y limpiarlo todos los días con alcohol y gasas. Pero eco, Quando arrivo a casa: ¡¡Dios mío!! ¡Se lo vas a arrancar! ¡No se lo muevas! ¡¡Le vamos a dejar un ombligo horroroso!! ¡¿Pero quién puede mantenerlo seco!? ¿¿Cómo, si tengo un niño que cada vez que lo desvestíamos subía el periscopio y nos empapaba?? Menos mal que la naturaleza es sabia. Se le cayó al 8º día y le quedó una cicatriz bastante xeitosa.

¿Y la hora del baño? No sabes si meterlo en una tina, en la bañera, en el tupper super moderno anticólicos, en el lavabo... Lo hagas donde lo hagas, debes hacerlo en equipo. Mientras uno le agarra por el pescuezo para que no se hunda y no se escurra cual pastilla de jabón, otro lo embadurna con espuma limpiando lugares remotos que si no los limpias bien huelen a chamusquina (véase: orejas, culo, manos cuando son descubiertas por la boca). ¡Se te va a escurrir! ¡Le está llegando el agua a la barbilla, se va a ahogar! Cuando lo sacas de la bañera y lo cuelgas como un bacalao para que se escurra lo mejor posible, te descubres empapada y con la sensación de haber superado un Ninja Warrior.

Salir de casa se convierte en una Gymkana, o en un capítulo de Humor Amarillo, no lo tengo claro; controlando todo lo que no debes olvidarte: pañales, muselina, cambiador, toallitas, cremita para el culito, una muda por si se le ocurre echar una de esas cacas que le llega hasta la coronilla, una botella de agua, un chupete de repuesto, un biberón, termo con agua caliente, cacitos con fórmula. Si, fórmula. Soy de esas mamás lactantes pseudohistérica que siempre lleva cacitos con fórmula, biberones y agua caliente por si me pasa algo. ¡Mi hijo no morirá por inanición!

La histeria se pasa, pero no desaparece. Porque a medida que pasa el tiempo, llega un momento en el que uno de los dos se hace más valiente y el otro sigue enclavado en el histerismo.  Se traslada de uno a otro según las situaciones. Ellos lo negarán. El gran hombre no lo reconocerá. Jamás.

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